La obra del español Josep Maria Miro, estrenó el pasado viernes, bajo la dirección de Paola Irun y un fuerte elenco local.
El Principio de Arquímedes tiene como punto de partida un suceso entre un profesor y su alumno. Las redes sociales se convierten en el elemento ineludible para la propagación de una noticia que se torna en escándalo y que, por otro lado, nadie puede constatar. Se crea una atmósfera de suposiciones y conjeturas que ponen de manifiesto los miedos y las inseguridades de nuestro relacionamiento en la sociedad contemporánea, abriendo interrogantes sobre el concepto mismo de verdad.
Ya para empezar, hay que decir que es una obra profundamente difícil de ver, en el mejor de los sentidos, no por su estructura quebrada en cuanto al libreto que te obliga a mantener tu concentración todo el tiempo para entender la historia, sino por el ritmo y la tensión tan densa que se va desarrollando conforme la obra va avanzando, generando en toda la platea una incomodidad, un estrés y un sentimiento de ahogo aun cuando eres un simple espectador de la situación planteada.
La dirección de Paola Irún maneja el ritmo de la obra de una manera extraordinaria acrecentando cada vez más la atención y marcando de forma imponente los cambios en cuanto a los diferentes tiempos en el que de la obra se desarrolla.
Es realmente llamativo lo que la producción logra con pocos elementos, que visiblemente son muy simples pero que pueden lograr tanto en la puesta en escena ubicándote directamente en el edificio con la disposición de las sillas, las luces y un interesante y partícula uso de proyección que aun siendo un elemento bastante secundario es muy importante para ubicarte directamente en ese vestuario de escuela de natación. Otro punto importante es el papel del sonido que ayuda tanto en la ambientación, además de ser un recurso muy funcional a la hora de dividir el relato, en cuanto a luces, se vuelven protagonistas en los minutos finales siendo un recurso dramático muy importante y útil bien logrado, todos estos elementos estuvieron bajo la dirección de Arte de Gabriela Zuccolillo.
Destaca principalmente a nuestro parecer el gran trabajo de Natalia Cálcena, quien con gran naturalidad interpreta un papel que queda en medio de la situación demostrando un remordimiento y conflicto interno que en logra exteriorizarse de una forma tan sutil y tan natural que no hay forma de no creer en lo que está haciendo.
También Diego Mongelós, quien representa de forma muy cercana a este profesor canchero y cuyo personaje se va desarmando y desarrollando conforme la obra va avanzando, y es la pieza central para que esta obra funcione, una caracterización humana y que te deja cuestionándote manteniéndose en ambiguo entre víctima y antagonista.
También es relevante destacar el trabajo de Hernán Melgarejo, con su personaje antítesis al del principal interpretado por Diego, más serio más duro que vive de forma silenciosa la situación y que genera un conflicto, y no podemos dejar de lado la participación especial de Jorge Báez, quien con su gran presencia en una pequeña escena destaca, aportando a una de las escenas más fuertes importantes de la obra al lado de Natalia Cálcena.
Algo que consideramos muy importante de esta obra es que probablemente no estés de acuerdo con todos o incluso con ninguno de los personajes y sus acciones, pero te fuerza a entender el porqué de cada uno, el texto no toma parte en lo que está contando. No te dice quién es el bueno de la película o quién es el antagonista, eso se lo lleva cada uno de los espectadores, siendo testigo silencioso de esta situación y tu propio juez, y tarde o temprano te cruzan las preguntas ¿Qué harías vos? ¿Quién está en lo correcto? ¿Quién es el bueno? ¿Quién es inocente??.
La última función se realiza hoy domingo 29 de abril a las 20:00 hs. con entradas a 80.000 Gs., en la Sala García Lorca de la Manzana de la Rivera.