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Judas and the Black Messiah: La muerte de un revolucionario no significa la muerte de la revolución

Situada en Chicago a los finales de los 60, la película biográfica dirigida por Shaka King y protagonizada por Daniel Kaluuya y Lakeith Standfield narra la historia de cómo el presidente del movimiento político Black Panthers Party (BPP) fue traicionado a mano de un informante del FBI infiltrado en el movimiento.

La película comienza con fragmentos del documental Eyes on the Prize 2, donde se muestra al verdadero William O’Neall (interpretado posteriormente en la película por Standfield) dando su primera y última entrevista sobre su participación en la infiltración del BBP antes de cometer suicidio. Con esa mezcla entre “realidad” dentro de la “ficción”, la narración se va nutriendo de más “veracidad” a medida que vamos conociendo la razón que lo llevó a convertirse en un infiltrado del movimiento. Por otro lado, tenemos al presidente del Black Panthers Party, Fred Hampton (interpretado por Kaluuya), que desde su primera aparición nos va mostrando su lucha y su pasión por la liberación de las personas negras. 

Teniendo como temas principales el racismo, la revolución y la desigualdad, el director expone las dos caras de la misma moneda pero sin desmeritar el propósito de la película. Nos muestra desde dentro del movimiento cómo la justicia y la política no funcionan para las personas negras, siéndoles negados hasta el más mínimo derecho humano, matando a su gente sin represalias, metiendo a la cárcel a personas por el más mínimo altercado e, incluso, sin razón alguna. 

“La injusticia en cualquier lugar es una amenaza para la justicia en todas partes”, expresó Martin Luther King haciendo referencia a la lucha de los derechos de las personas negras, de cómo todo tipo de injusticia sin importar la raza afecta a todos directamente. Bajo esa premisa, el director nos muestra esas injusticias en la elección de planos, angulaciones y la mise-en-scène que trabajó en cada escena, como por ejemplo en la posición de los personajes: casi siempre los individuos con poder están filmados estando parados, ejerciendo superioridad o dándoles libertad de movimiento, mientras que los personajes sumisos y sin poder se encuentran estáticos. 

Es efectivo el uso de colores fríos en escenas donde aparecen y tienen el poder los personajes del FBI, contrarrestando con los colores neutros casi opacos cuando se muestran a los personajes en sus asambleas, casi siempre todos a oscuras, simulando sus estilos de vidas y desde donde actúan para lograr sus objetivos. 

Con algunas referencias bíblicas, el director personifica a Fred Hampton como un Mesías: en cada escena el personaje enseña y prepara a sus “discípulos” del movimiento para la lucha, siendo finalmente traicionado por un miembro de confianza. El excelente manejo de la tensión en los momentos precisos hace sentir la pesadez y la incertidumbre que atraviesan los personajes en su travesía hacia la libertad.  

Las actuaciones de Kaluuya y Standfield son las que se roban el show, expresando de manera tan real las vulnerabilidades de sus personajes y el cambio en sus mentalidades a lo largo de la historia, en especial en el personaje de Standfield.

En 2018, Spike Lee estrenó una película (BlacKKKlansman) con los mismos temas pero con un toque más cómico que es imposible no referenciar y comparar con esta película, siendo la de Shaka King más efectiva a nivel narrativo y de dirección pero que igual está bien darle un vistazo para observar otro punto de vista igual de bueno. 

“Judas and the Black Messiah” se encuentra disponible en HBO MAX. 

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