Hace unos meses era noticia que Lali González, la actriz paraguaya de cine y TV más prolífica de nuestra época, estrenaba en calle Corrientes Las cosas maravillosas, que hoy podemos ver en el Teatro Municipal de Asunción a sala llena y con aplausos de pie. La producción, a cargo de Blue Art, anunció que la preventa de tickets para la comedia dramática fue un éxito rotundo, agotando las localidades en menos de 48 horas y agregando funciones a pedido del público.
La versión con Lali subió a escena el 24 de abril en el Multiteatro Comafi de Buenos Aires, con la dirección de Mey Scápola y 21 funciones a sala llena. En Paraguay, cada función tendrá un aforo máximo de 300 espectadores, al tratarse de una obra de carácter íntimo pensada para que cada asistente viva una experiencia única con la actriz.
Es importante recalcar que este comentario está basado en nuestra experiencia asistiendo a una función en el Teatro Comafi de Calle Corrientes, en Buenos Aires:
Las cosas maravillosas es una obra escrita por los ingleses Duncan Macmillan y Jonny Donahoe. La protagonista nos lleva a una retrospectiva de su vida, armando una lista de cosas maravillosas para animar a un ser querido e incluso después tal vez a ella misma, mientras aborda un tema delicado y sensible, de esos que requieren hacerlo con respeto, empatía y consideración. ¿Qué mejor manera que plantearlo a partir de la ternura y la calidez?
May Scápola se ha encargado de la dirección de la obra en Buenos Aires desde 2022, en una propuesta poco convencional que, además del texto, hace énfasis en la interpretación del actor. En calle Corrientes, el papel principal va cambiando cada cierto tiempo. Este constante cambio de intérpretes supone un desafío, ya que se debe abordar la obra de acuerdo a las capacidades y el mundo interno de cada actor o actriz. Además, la interacción directa con la audiencia añade una complejidad adicional: el actor lleva sobre sus hombros la labor de mantenernos envueltos en la historia en todo momento.
El montaje escénico prescinde de escenografía más allá de algunos elementos cotidianos y de la platea que rodea a la actriz, quien se mueve alrededor de los presentes, creando un ambiente que nos remite a una ponencia, un grupo de apoyo o una juntada entre amigos. La iluminación, casi todo el tiempo uniforme, emplea sutiles cambios para puntualizar momentos de la actriz sin distraer la atención o sin buscar efectos llamativos.
La obra toma la oportunidad de despojarse de todo, aparte del actor, haciéndose más cercana los espectadores, quienes lloran y ríen desde sus asientos, pues se conectan con la historia de la protagonista. Ele efecto que se da es casi como cuando un amigo te cuenta sus experiencias y te dejas llevar por la empatía, tanto así que la participación en sala se vuelve enérgica y espontánea, como si todos desearan ayudar al protagonista a continuar su historia y completar la lista.
Lali González viene desarrollando su carrera principalmente en cine y televisión. De hecho, ella se refiere a Las Cosas Maravillosas como su vuelta al teatro, donde buscaba reconectarse con sus bases. Y no pudo elegir mejor obra: la actriz despliega su enorme carisma y su calidad interpretativa desde los primeros minutos, alternando emociones intensas con momentos de comedia que maneja a la perfección y que evitan que la pieza no sea simplemente sentimental, sino también entretenida y acogedora.
Las cosas maravillosas es una obra tierna, simpática y positiva que no pretende ser aleccionadora, tomar partido, ni tampoco ofrece una solución, sino sólo busca hablar del tema y despojarlo de la tragedia, la tristeza y el trauma, lo cual resulta esperanzador. Lo maravilloso tal vez no está en las cosas, sino en lo que nos causan y en lo que las convertimos.
Con funciones agotadas, queda sólo una función con entradas disponibles en Red UTS para el domingo 16 a las 15:30. El costo de las entradas es de Gs. 200.000.
