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SED: Una retrospectiva desde un futuro Postapocalíptico

El director uruguayo Pablo Dive nos presenta su segunda obra este año,  Sindicato de Eternos Desplazados (SED), presentándose con últimas funciones en la Manzana de la Rivera este fin de semana.

La historia se desarrolla varios años en el futuro después de un conflicto bélico mundial. Podemos hablar alrededor del año 2100, no se sabe con exactitud. El agua es el negocio del momento y los vecinos defienden cada uno su tanque de agua. Los barrios son sectores numerados como los son también los habitantes del futuro. Los mecanismos que se utilizan para dominar a una sociedad mutaron, pero otros funcionan con el mismo fin. Vivimos los últimos días de la humanidad.

Una puesta que no puede llegar en mejor momento, con el estallido de los incendios que van desde el Amazonas hasta el chaco, la lluvia ácida, la muerte de animales, los cambios climáticos y otros problemas naturales que nos van abriendo las puertas a un mundo post apocalíptico, la propuesta de la obra en el 2100 puede llegar a ser cierta en mucho menos tiempo.

Una escenografía que nos hace parte de este universo ficticio, un búnker conectado por túneles y comunicado con el exterior por unos periscopios y una computadora central realizada con diversos elementos metálicos, cables y luces, en una estética High Tech que atrapa apenas uno ingresa a la sala. Esta atención al arte cautiva desde la promoción de la obra y se puede ver también en el diseño de vestuario, uno de los mejores trabajos que hemos visto este año, en donde cada uno de los personajes es dibujado por su atuendo, a través de diferentes elementos, que nos cuentan bastante de cada uno, los materiales y las texturas juegan como pieza clave.

Mario González Martí con un personaje bastante diferente a lo que hemos visto y bastante desafiante por un lado por el texto que comprende este rol como por la particular forma de movimiento que lleva el personaje, siendo una pieza de inteligencia artificial avanzada de un Siri, un híbrido entre humano/robot que maneja un gran peso de la historia. 

Deysi Dichirico es un gran ejemplo de la famosa frase “no hay papeles pequeños” puesto que con mínimas interacciones y reacciones sutiles hace estallar al público de risa robándose incluso la atención de las escena en las que interviene, además de su look y gestualidad muy bien trabajadas que la convierten en una favorita de la obra. 

Fatima Flores Pompa, “la anciana”, aporta buena cantidad de humor y fuerza. Al igual que Anna Chat, que se impone en las escenas con una fuerte presencia escénica y quien es la encargada de guiar tanto al grupo dentro de la revolución como al espectáculo por la historia y los conflictos que se da entre los integrantes del búnker. 

Diro Romero nos trae un personaje completamente diferente a lo que conocemos previamente en su trabajo de creación de personaje, con una corporalidad diferente y extrema que verdaderamente nos impresiona y transforma completamente la energía de las escenas en las que aparece. Edu Cocco Luz finalmente con su personaje aporta humor y drama en la dinámica del grupo también con una transformación visual y gestualidad bien desarrollada.

Un libreto que propone una visión muy interesante del futuro, más aún porque en gran parte de la obra se realiza una revisión del pasado, nuestro presente, y se ve lo que podría ir pasando junto a los devastadores resultados, llevándonos a una réflexion pero fuera de una solemnidad incómoda. 

La obra tiene dos últimas funciones el Sábado a la 21 hs y el Domingo a las 20 hs en la Sala García Lorca de la Manzana de la Rivera con entradas a 50.000 Gs.

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