La temporada de verano inicia -un poco más tarde de lo acostumbrado- con la vuelta a la Alianza Francesa del show 40 Grados de Humor en su capítulo “La Villa”, con los capos cómicos Hugo Robles, Gustavo Corvalán y Edi Romero.
Estamos viviendo uno de los más duros veranos paraguayos con todo lo que lo caracteriza: las temperaturas infernales y los constantes cortes de luz, de agua y de la paciencia de la gente que no consiguió la plata o el tiempo suficiente para salir de vacaciones. Lo único bueno es que si algo sabe el paraguayo es encontrar el humor en la tragedia, y este espectáculo es una muy válida muestra de ésto.
Con un espíritu de revista o variété combinado con el humor popular paraguayo, la música latina y lo pintoresco de los barrios populares, sobre todo en la escenografía con un porcentaje de realidad y otro de estética campy, la segunda vuelta de 40 Grados de Humor se ubica en una villa en que sus habitantes sortean los obstáculos del día a día convirtiéndolos en escenarios hilarantes.
Brillan en el elenco los tres protagonistas, Robles, Romero y Corvalán, quienes interpretan a estas tres comadres y rivales que sobreviven en el barrio mientras buscan sacar su beneficio, lo que culmina en enfrentamientos donde estalla la comedia popular y ocurrente en la cual muchos paraguayos pueden sentirse reflejados.
La historia principal sirve como hilo conductor entre los cuadros, mechados con monólogos donde cada protagonista demuestra su habilidad para apoderarse de las risas. En esta oportunidad Gustavo Corvalán destacó principalmente con sus anécdotas sobre sus viajes a Brasil y la comedia física que hace que la energía no caiga ni por un segundo.
Por otro lado, tenemos los momentos grupales en que los estelares comparten escena con los actores de soporte como Rodrigo Limousin, quien en esta edición asume un papel cómico con mayor protagonismo, y los talentos emergentes Gustavo Benítez, Walter Céspedes y Ana Celina.
Completan el show los bailarines Ezequiel Bogado, Aramí Pereyra, Junior Diaz, Adrián Jacquet y Paloma Coma, quienes hacen relucir las vibrantes coreografías de Anto Otazo, haciendo completamente notorio cuando el trabajo de coreografía no es tomado a la ligera y es lo que siempre debería ser: una parte igualmente relevante del show.
El espectáculo no es ajeno a los contratiempos de producción, pero algo a destacar es cómo el elenco -y especialmente quienes lo encabezan- asumen e incorporan estos inconvenientes con un juego de improvisación que conquistó al público haciéndolo cómplice.
La obra sigue con funciones en la Alianza Francesa de Asunción. Para revisar la cartelera teatral ingresa a nuestra página de Instagram @smashasu
