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Ahata Aju: Historias cruzadas de migrantes y la experiencia humana que nos conecta

Asistimos a la transmisión en vivo de la obra “Ahata Aju”, “Voy a ir a venir” o “vuelvo enseguida”, en su única función. Obra documental escrita y dirigida por Fátima Fernández Centurión e interpretada por  Carolina Ronquillo y Flori Rodríguez, realizada online desde el Nhi-mu Teatro aéreo.

Ph: Stephi Bragayrac

Hoy día, con todas las cosas que sucedieron en nuestro país, hemos ingresado momentáneamente a un debate sobre el patriotismo, el “Amor a la patria” y lo que realmente esto significa para cada uno. Y justamente hace poco teníamos la oportunidad de ver esta obra que nos invita entre otras cosas a ver “la patria”, desde los ojos de quienes por diversas razones han tenido que abandonar la suya de manera física, y que han llegado a nuestro país, decidiendo quedarse, por el sentimiento que las une a esta tierra, su cultura y todo lo que ésta integra.

Hay demasiados lugares desde dónde podemos empezar a hablar sobre esta obra y nos cuesta bastante intentar organizar y resumir lo que vivimos con esta transmisión, desde el  contenido hasta las contiendas por las que la producción ha tenido que pasar y que pudimos conocer al ver el backstage virtualmente un día antes del estreno, pero queremos iniciar diciendo que  una de las cosas que más nos gustó es que la podemos llamar sin dudas una obra de riesgo, 

Una obra de riesgo que decidió trabajar con intérpretes no actrices y encima ¡sin público!, una obra que fue originalmente montada en su totalidad en formato presencial, a días del estreno sufrió la cuarentena y debió adaptarse de manera online con pantalla de por medio. Una obra que se dio el tupé de desafiar el internet paraguayo para presentarla de manera online pero en vivo, siendo esta la primera experiencia de este tipo en teatro en nuestro país. Y lo mejor de todo este riesgo, es que claramente valió la pena. 

El sentido de estar en vivo, aunque se hayan dado algunos cortes por momentos, por más que pueda parecer algo poco palpable o simplemente mental, al saber que es algo fugaz, momentáneo, si te perdiste de algo no podes volver atrás, irrepetible y con un desafío técnico artístico presente, nos acercó tanto a ese teatro en vivo, que tanto extrañamos, viviendo todos desde nuestras casas conectados en ese mismo instante con todo lo que pueda pasar lo menos en esa una hora cuarenta minutos de duración.

Una escenografía de pocos elementos bien utilizados, consistente en una plataforma giratoria con paneles intervenidos como un lienzo en tonos sepia, sobre los cuales se realizaban proyecciones que se asociaban con las luces, que si bien estaban perfectamente reguladas para el audiovisual, no perdían el registro teatral, acompañando los diferentes momentos dentro de las historias de cada intérprete, integrando imágenes de fondo, fotografías y registros de migrantes paraguayos o en Paraguay que iban hablando sobre sus experiencias, los vínculos y sobre el hogar. 

Quedamos más que impresionados con la performance de las dos intérpretes, Carolina Ronquillo y Flori Rodríguez, de Perú y España respectivamente. Ambas personalidades penetran la pantalla y dan pie a que te vuelvas cómplice de lo que van contando una vez que quebraron la dureza explicativa inicial que las distanciaba al inicio, para luego hacernos sentir muy adentro el cariño y hasta los sentimientos encontrados que vive una migrante en nuestro país.

Fátima Fernandez Centurión es quien ha liderado el proyecto, que viene ya de hace unos años de búsqueda, un poco desde su propia experiencia como migrante y las de otras personas con las que ha convivido en Buenos Aires, Argentina. Tras buscar realizar la obra en Paraguay el proyecto fue mutando en la obra de la que fuimos testigos. Fátima, a través del teatro documental indaga sobre el significado de hogar y las particularidades de las vivencia personal de cada persona, a través de los fragmentos testimoniales y la dramatización de momentos de la vida de las dos intérpretes, que han abandonado sus países, más que por necesidad, por una conexión más emocional con otro país. 

Estos momentos son llevados a escena de forma entrelazada a través del relato, modismos y lenguajes, palabras, recetas, música e imágenes para entender cómo la experiencia humana nos conecta más allá de las fronteras imaginarias, revelando la relación de estas personas con el Paraguay, incluso con cosas que muchas veces damos por sentado, tocando núcleos, al punto que hasta se llega a sentir el ADN cultural que compartimos entre Paraguay, Perú y España, al haber sido colonizados ella.

Por último, en cuanto a la parte técnica, pudimos ver una fotografía y manejo de cámaras impecables, un trabajo destacado junto con el sonido. Ni los ruidos de la madera, ni los imparables autos de 25 Mayo lograron dificultar en lo más mínimo el escuchar excelentemente la obra.

Si bien sabemos la dificultad técnica que ha implicado realizar la función, tenemos el deseo de que realmente pueda volver a repetirse alguna vez, o volver a verla de manera presencial cuando volvamos a una “normalidad” que lo permita porque este trabajo merece sentir los aplausos de un público que garantizamos quedará maravillado.

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