La leyenda del sur argentino cobra vida en la película de Cristian Juré, coproducción argentino-paraguaya de Arco Libre y HEI Films protagonizada por Jorge Sienra, Diego Cremonesi y Hector Silva.
“Altares rojos emergen cada día a la vera de rutas en devoción al Gauchito Gil, santo pagano de los desposeídos degollado en el siglo XIX.
Tras una vida signada por la pobreza y la injusticia, y con la muerte de su padre en la guerra, seguido del robo de su hermanita y la expulsión familiar; un Gaucho joven y sediento de justicia se suma a las tropas de Zalazar (Diego Cremonesi). Pero las atrocidades que lidera este guerrero astuto y servil fuerzan la huida del Gauchito y lo convierten en un desertor condenado a pena capital.”
Muy felizmente debo decir que el principal destaque de la película es la actuación de varios actores paraguayos, sorprendentemente (sarcasmo) provenientes del teatro nacional, que realmente dan una energía diferente a la co producción, y a quienes la crítica internacional olvidó aparentemente.
Hector Silva, en un papel bastante interesante, y en el cual desafió mi capacidad de reconocerlo hasta casi la mitad de la película, donde apenas lo ubiqué por descarte ya que en los títulos principales aparecía su nombre por lo que no podía tener un papel menor. Fue grande mi sorpresa al descubrirlo en el narrador de la historia, con una voz relatora profunda y con tanto color que sin duda potencia la narrativa, haciendo que te olvides, por ejemplo de las imágenes repetitivas de Gauchito cabalgando. Héctor en un muy creíble (al menos a mi parecer) acento correntino, comparte sus escenas con el cómico Paletita equilibrando ese solemne personaje con humor popular en esa genial interacción.
Jorge Sienra, el paraguayo que da vida a la leyenda argentina, realmente funciona muy bien como este personaje con la imagen de un cristo latino que cabalga por las tierras del chaco y que dice más cuando está callado. Lo acompaña como antagonista Diego Cremonesi en uno de los trabajos más creíbles de la película, junto a Lali González con la gracia a la cual nos tiene acostumbrado en un personaje bastante limitado y que pudo desarrollarse más desde el guión.
Jorge Báez una decisión correctísima para el papel del terrateniente, cuya imagen se ve imponente cada vez que elegantemente sale en pantalla y hace que lo odies cada vez más conforme pasa la historia. Otra gran actuación es la de Dani González, que finalmente aunque no tenga una importancia enorme dentro de la historia, tiene varias escenas donde se destaca por un personaje bastante ambiguo, entre perverso y buen tipo, a favor y en contra del gauchito pero con una gracia paraguaya divertida y muy natural.
En cuanto a la fotografía llaman la atención las escenas con una esencia mística casi de fantasía y al mismo tiempo algo oscura, en esa combinación entre lo santo y lo pagano que se ve muy interesante, fuera de algunas escenas innecesarias y subrayadas como la de gauchito en la cruz con una tormenta detrás. Por otro lado es necesario decir que la película se ve un poco desequilibrada en el uso de los tiempos, escenas realmente largas que no aportan a la historia y que se extendían incluso más allá de lo que se podría permitir como recurso estético, mientras en otros momentos debes dar por hecho ciertas situaciones que no fueron desarrolladas.
Como decía una dramaturga que visitaba hace poco nuestro país, cansa contar y ver historias de otros lugares, las cuales ni podemos imaginarnos en nuestro contexto, y esta es una demostración de cómo Argentina pudo agarrar este estilo Western para contar la historia de un héroe que ha existido durante décadas en su imaginario popular, algo que podríamos hacer también desde nuestro país, más cuando vemos cómo el filme cobra fuerza con paisajes paraguayos reales y el uso del «guaraníete«.
