Desde las penumbras de nuestra sociedad, nace indudablemente la joya más brillante del cine Paraguayo, desde esta semana se destapa la sábana y todos podremos ver en cine al fin, Las Herederas.
El hecho de que la película tenga la palabra lesbianas en la trama, ha encendido fuego entre los conservadores y las mentes morbosas, ya que verdaderamente en el filme, este hecho es una verdad presente que al mismo tiempo es invisible, tal cual como en la sociedad Asuncena y Paraguaya, existe, pero no se quiere hablar de ello, y este es el tipo de sutilezas que encontramos a lo largo de toda la película, un retrato a detalle y delicado del medio en que vivimos que simplemente te saca el aliento a suspiros.
Sin dudas, el peso mayor del éxito de la película está en las actrices, desde los más pequeños papeles hasta las grandes protagonistas, con interpretaciones especialmente bien logradas desde la cárcel, donde hay que destacar el desafío tomado por la producción de trabajar en el Buen Pastor, sumado al trabajo Lucky FarVille, la carcelera, que representa el sistema carcelario tan particular que tenemos con una mezcla de autoridad benevolente, como también el peligro interno con la escena dominada por Ana Banks.
Y llegamos a las protagonistas, Ana Ivanova, con un sex-appeal cautivante, pareciera que cada palabra que sale de su boca es un poema seductor sin perder del todo la naturalidad de nuestro hablar. Margarita Irún, quien con 50 años en las tablas da un paso a la gran pantalla, con gran picardía que hace de puente para poder empatizar al principio del filme con la pareja y va marcando pauta de una relación cómoda y desgastada pero que conserva en el fondo un profundo cariño.
Por último, Ana Brun, cuya interpretación te conquista, y te genera algo profundamente especial, con todo lo que su mirada esconde y deja ver, pasando por un millar de emociones en una interpretación abundantemente honesta y que habla desde sus líneas y aún más cuando calla, llevando su personajes por tantos lugares en un cambio impresionante de ver durante del desarrollo de la película en forma tan orgánica y delicada.
En cuanto a al trabajo de Marcelo Martinessi podemos decir que sólo un gran cineasta puede retratar la sociedad de forma tan natural y con tanta calidad artística como para realizar esta obra de arte. Cada decisión parece encajar de forma justa, sin personajes innecesario, con un guion muy humano tomando la vida de personas prácticamente olvidadas y criticas sociales bien presentes de forma silenciosa como las propias cárceles mentales de la «posición»