El ciclo de Teatro Nacional continúa este jueves en espacio E con la obra «El Loco» de Ovidio Benítez, bajo la dirección de Silvio Rodas. Asistimos a una de las funciones y te compartimos nuestra reseña.
Es hora de cerrar la iglesia, pero un hombre se niega a ir, esto genera una confrontación entre los trabajadores del templo y este peculiar hombre.
La obra tiene un obvio tinte religioso, condimentado especialmente con la crítica social milenaria hacia la iglesia, la hipocresía y la contradicción entre lo que se dice y lo que se hace.
Cabe destacar que al principio de la obra una persona te da la bienvenida como en cualquier otro espacio donde no se tenga una grabación de las directrices correspondientes antes de empezar el espectáculo, en este caso está explicación realizada en vivo tiene impregnada la esencia de la obra, creando el clima para la entrada sigilosa de los actores al son de una canción de iglesia.
Silvio Rodas nos presenta una puesta modesta y limpia, con una utilización de este espacio muy interesante y completamente diferente a lo que vimos en el Burdel, aunque ambas obras fueron realizadas en el mismo lugar, haciendo que la audienciaen este caso rodee el espacio escénico y a los actores utilizando las puertas y un pilar de la sala como los elementos clave que te ubican dentro de un templo, combinado con el olor a incienso y hierbas quemadas, unos sillones de pallets plegables pintados en dorado y montículos de paja por el piso que brinda un cierto toque estético a todo el conjunto.
Los vestuarios presentan una cierta reminiscencia oriental, combinada con una esencia campesina, chombas con cordones, mangas particulares y broches que llaman la atención y hacen que la ubicación tanto geográfica como cronológica de la puesta sea un misterio. Luces de colores, Junto a los efectos de sonido que van dando matices a la narración intensificando algunos de los momentos más significativos de la obra, especialmente los que tienen una significación a mística o sagrada
La obra es protagonizada por Omar Mareco, en el papel que da nombre a la obra «El Loco», cuya interpretación de este extraño personaje no solo es creíble y muy reconocible, aún cuando según el texto el personaje supera la edad del actor, sino que es cautivante, especialmente por el manejo de los matices del personaje, en el abanico de emociones por el qué pasa con la tranquilidad y reflexiva voz, traspasando de la comedia a una situación más intensa en apenas segundos, haciendo suyo el libreto de una forma completamente natural.
Erik Gehre que hace de fiel monaguillo y es el primero en interactuar con el Loco, brindando bastante color a su personaje con un cierto amaneramiento que da una pizca picante del tabú de la iglesia con la homosexualidad.
Rayam Mussi, un correcto sacerdote, cuya forma de hablar, hoy día para todos los paraguayos tiene una cierta connotación especial, o que al menos personalmente nos da ese contexto llevándonos a la mente un cierto político. El momento cumbre de su personaje es sin duda el final de la obra, un momento de quiebre que manejó perfectamente, aunque hubiese durado un poco más de tiempo para que lo podamos atesorar aún más.
La obra continua por dos jueves mas en Espacio E (Estrella 977) a las 21 hs con entradas a 40.000 gs y 2 x 60.000 gs.
El Loco: Modesta y limpia crítica, sobre la hipocresía milenaria.2018-08-142018-08-14http://www.smashasu.com/wp-content/uploads/2017/12/Logotipo-Smash-5-e1513624558226.pngSmashhttps://www.smashasu.com/wp-content/uploads/2018/08/copia-de-portada-96.png200px200px